jueves, 18 de noviembre de 2010

Evidencias Actuales.

Es evidente que una sociedad donde los elementos productores, los que crean cuanto es necesario para la vida y el desarrollo del ser humano, pero a la contra carecen de todo, sufren mil humillaciones y están completamente subordinados, mientras los holgazanes, los parásitos, los que no aportan al conjunto de la sociedad casi ningún esfuerzo útil, nadan en la abundancia, gozan de todo y tienen reducidos a escasos sueldos, a los que todo lo producen. Es evidente, que una sociedad donde ocurren estas circunstancias, está condenada por la justicia.




Y si hablamos en que esto pasa en una sociedad repito, gobernada por el socialismo, ¿que podemos esperar los trabajadores?



Los mismos verdugos ó lo es igual, los jefes, convienen en este punto con las victimas.

A su vez, la razón condena también y rechaza un sistema social como el presente, en que á mayor abundancia de productos, á una considerable riqueza corresponden mayor suma de privaciones y un grado extraordinario de consternación y de desventura.

Raya en lo absurdo ver á una porción de habitantes hacer largas colas en las oficinas del paro, no poder pagar sus hipotecas, y no llegar a fin de mes con el escaso subsidio que le es entregado (en algunos casos ni eso).

Cuando hay miles de casas inhabitadas, ropas y calzado en destockaje por falta de venta, géneros alimenticios de todas clases que diariamente van a parar a la basura, por no haberse entregado al consumo en el momento necesario, y por no bajar los precios inflados a los que nos están acostumbrando.

Protesta además la razón contra un medio social que, según se desarrolla y llega á sus últimos límites, hace del ser inteligente, útil y moral un esclavo, y convierte en señor, casi en dios, al que está desprovisto de aquellas cualidades y se halla dominado solamente por el afán de enriquecerse, no mediante su capacidad y esfuerzo, sino á costa de la actividad y el conocimiento ajenos. Y si no, echen un vistazo a sus ayuntamientos, a sus delegaciones, a sus liberados sindicales, a sus encargados etc.

La justicia, así como la razón, exigen, pues, que un estado tal de cosas desaparezca, para poder salir del bache en el que nos vemos metidos. Pero hay demasiadas fortunas en juego, demasiados puestos de trabajo con sueldos desorbitados, que se niegan a una reforma en este estado de cosas.

Con el cuento de que los estados anteriores eran injustos también, y vivieron durante mucho tiempo, nos hacen creer que las sociedades pasadas luchaban igualmente con la razón y sin embargo, así les fue a muchos de ellos. Aunque cada uno ve la historia según las gafas que lleva puestas en ese momento.

Lo que ha empobrecido, lo que siempre ha deshecho y sepultado a los organismos sociales caducos, facilitando la aparición y el desarrollo de otros organismos, ha sido la necesidad, esa poderosa fuerza que no conoce dique alguno capaz de contenerla.

Ella fue la que redujo á la nada la esclavitud; ella la que puso término á la servidumbre (aunque en ocasiones no lo parezca, como en la reciente visita papal). Ella es la que hoy ordena, la que exige imperiosamente que el trabajador por cuenta ajena, última forma de la sumisión de unos seres á otros, se revele de la situación en que nuestro estado la somete.

Sucédanse los periodos de trabajo y de crisis respectivamente, ya lo dice la Biblia, siete años de vacas gordas originan siete de vacas flacas. Y desde le entrada de este gobierno, al final no habrá ni vacas, por el coste del ganadero y el poco beneficio que obtiene. EL capitalismo en estos periodos, se sienta a disfrutar de sus beneficios anteriores, y aprovecha para sus fines la parada de miles de obreros, haciéndoles trabajar más horas por menos sueldo, haciendo contratos de los llamados “basura” siempre con el beneplácito de los gobernantes de turno.

La crisis actual, cuyo término no se vislumbra, parece indicar que la paralización del trabajo, mejor dicho, la falta de ocupación de millones de obreros (casi cinco), va a dejar de ser un fenómeno transitorio, aunque duradero, para convertirse en un hecho constante, en un mal perpetuo.

Los sucesos en Francia, por la reforma de pensiones, la caída generalizada de las bolsas europeas ante la crisis de Irlanda. Los terribles acontecimientos del Sahara, ¿qué son, mas que signos precursores de la necesidad que existe de concluir con este gobierno y la sociedad que lo mantiene? ¿¿No tenemos bastantes evidencias de que estamos ante un gobierno que deja pasar los días , para ver si ocurre un milagro o una catástrofe que le deje respirar por un tiempo y la opinión pública mire para otro lado??.

Y como decía Pío Baroja “Aunque tengamos la evidencia de que hemos de vivir constantemente en la oscuridad y en las tinieblas, sin objeto y sin fin, hay que tener esperanza.” Pero la esperanza no viene de la nada, ni de mirar al cielo ni a las nubes. Evidentemente.